breves de espectáculos

Como era de esperarse, el concierto fue un éxito en taquilla. Eugenia León, invitada de lujo, presumió su voz aunque fue suficientemente recatada como para no robarle el show a la estrella. Lo de Celso Piña, el segundo invitado, también fue como era de esperarse: con mucho más carisma que voz conquistó al público juvenil y logró la aprobación de aquella parte que, más por la foto que por la música, se apareció en el Auditorio Guelaguetza.

Así la gira denominada La Otra Academia, o algo similar, pisó tierras oaxaqueñas. Parte del espectáculo (político) nacional, esta gira ha venido forcejeando con otras, en abierta competencia por el rating, por la popularidad. Sobra decir el lugar que ocupa. Diciendo que no se trata de políticos haciendo política, la gira siguió los pasos de otros políticos que reconocen estar haciendo política.
Iniciando en Jalapa del Marqués con absoluta inanidad, la gira continuó por Guelatao, tierra natal de Benito Juárez y escenario ad hoc para reivindicaciones republicanas en este año del bicentenario del natalicio del hombre con más calles con su nombre en mundo. El compositor y líder de la banda dijo no buscar el oportunista homenaje a Juárez, pero no explicó el porqué de la oportun(ist)a visita a ese y no a cualquier otro poblado indígena.
En la capital la gira haría su presentación en la alameda. A las cuatro se anunciaba el evento en los carteles que parecían invitar a todos menos a mí (no soy joven, ni mujer, ni indígena, ni obrero, ni estudiante, ni ama de casa, ni sindicalista, ni anciano, ni niño, ni niña, ni me creo mártir).
Una multitud se congregó con anticipación sólo para ir menguando con los minutos, hasta ser una numerosa colección de grupos muy específicos, incluyendo al de acarreados, al de foreign zapatourists y la clientela local.
Después de terminar a punta de silbatinas las soporíferas retahílas de lugares comunes de quienes antecedían al orador principal, el público extático recibió a su ídolo: el subcomandante marcos (las minúsculas son para joder).
La Otra Campaña dice ser un diálogo, una escucha, para los hermanos indígenas, obreros, etc. del país. Pero eso a los fans no pareció importarles y decidieron no sólo no escuchar sino no dejar hablar a los 13 o 14 oradores que, hasta más allá de las 8 de la noche, postergaban la intervención enmarcada. Lo único que querían era ver al mesías. Y se les cumplió. Ora retahíla de trilladísimos lugares comunes que fue recibida cual maná por su público (escoja el lector de cual maná hablamos) cerró el evento.
Más tarde se dio la parte tragicómica del show. Luego de un desencuentro con una parte del magisterio oaxaqueño, Marcos protagonizó un patético intento de heroísmo que lo exhibió terriblemente. Intentando tirar una puerta a patadas no sólo demostró que patea como niña sino que es intolerante y no acepta críticas por más infundadas que pudieran ser. ¿Dónde quedó la escucha, la tolerancia, el mundo donde caben otros mundos? Que el magisterio oaxaqueño está pagado por el gobierno local, quizá, pero entonces, ¿por qué aceptó de inicio su apoyo? ¿Porque no sabía que lo iban a criticar? ¿Porque no sabía cómo era el magisterio oaxaqueño? ¿Y la chingada congruencia? Pueden darme posada pero no criticarme. Bravo.
Mucha tinta apologética ha tratado de culpar al cerdo que gobierna el estado de Oaxaca de los hechos. Sí, tal vez Ulises le puso un 4 a Marcos, pero él jamás habría caído si no fuera por el apoyo que aceptó a sabiendas de que quien lo ofrecía era eso que dice combatir.
Extrañamente, no recuerdo haber leído la nota sobre un misterio que se había intentado despejar con varias teorías pero que no se había explicado hasta hoy: ¿De dónde viene el nombre Marcos? Ahora queda claro: el portador es cuadrado, como un marco; está hueco, como un marco; sólo es un adorno, como un marco; se cuelga donde (se) lo claven, como un marco; y aunque no es lo más importante, es pesado y estorboso.